De las despedidas amargas por hablar y mi adiós con Lupe. Tener mascotas desde los 8 años te permite no sólo dar buenos consejos de cuidados, sino también tener la capacidad de consolar a alguien que despide por primera vez a un peludito.
La otra noche conocí una pareja de esposos esperando su segundo hijo. Constantemente ella se tocaba su vientre pero su sonrisa y alegría estaban a medias. Hace pocos días había tomado la dura decisión de terminar con el sufrimiento de su perrito, después de haber luchado por 4 años consecutivos con una enfermedad degenerativa que se lo arrebató desde cachorro. El tema de conversación surgió de manera natural, pero lo que más me dolió fue escuchar que no podía hacer su "duelo" por miedo a lastimar a su bebé gestante. ¿Qué será un duelo debido? ¿Llorar de un momento a otro, por algo o alguien que te llega a la mente? Si. Sé exactamente a qué se refería.
Mi hermana perdió a Kala estando en su tercer mes de embarazo. Nunca le dijimos que no llorara porque afectaría a su bebé. El tema es que aceptar la separación por la muerte, siempre duele. Duelen los años vividos y los que nunca fueron, duele que debamos despedirnos tan pronto. Se te hace ayer, cuando lo sostenías de cachorro en tus brazos y ahora ya sostienes su cuerpo sin vida. No importa la cantidad de mascotas que hayas tenido. Nunca te acostumbras a despedirte.
Pienso que es más constructivo compartir en el duelo. A pesar que la muerte se siente como un tsunami en tu vida, lo que queda es aferrarte a la gratitud, a lo que fue, y porque fue. Puedes dejarte arrastrar por ese tsunami de dolor, tragar agua, perder el norte, pero debes volver y aferrarte a la gratitud por la vida.
Mi historia con Lupita Ferrer duró 14 hermosos años. Desde que nació en una noche de abril y cabía en mi mano, hasta que acomodé su cuerpo sin vida en un huequito cavado especialmente para ella, en el bosque del lado, al que tanto le gustaba visitar.
Aún lloro con dolor. Hablo de ella y me río de sus travesuras. La amo y la extraño siempre. Permitirnos agradecer porque fue, porque amamos, porque reímos, porque lloramos, y en el recuerdo encontramos la oportunidad de renacer. Veo a Lupe en sueños, regresa a mis brazos corriendo y en su hermoso concierto de aullidos de beagle, viene feliz de reecontrarnos.
Mi hermana sigue sintiendo a Kala como una sombra. Cada noche le da las buenas noches. Y en cada momento que viene el llanto, lo recibe y acaricia a Joaquín en su pancita. Le explica a su bebé que llora, no por él, sino porque extraña a Kala. Pero sabe que ahora que no siente dolor, ella está mejor. Que tienen una compañía fiel, que sigue con ellos. Dulce y hermosa como siempre.
Recuerdo una alusión sobre la muerte en un documental... decía que la muerte es como una puerta japonesa, esas de papel en las que se logra ver las siluetas. Esa es la puerta que separa la vida de la muerte.
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