Estoy viviendo unos meses solitarios sin mi compañera o roommie favorita. Voy tachando día a día en el calendario los días que pasan hasta que volvamos a esta…
Estoy viviendo unos meses solitarios sin mi compañera o roommie favorita. Voy tachando día a día en el calendario los días que pasan hasta que volvamos a estar juntas. Nos hablamos todos los días, casi todo el tiempo y cuando hablamos, es como si los 489 kilómetros que nos separan se esfumaran.
Entre nuestras conversaciones siempre me dice qué es lo que extraña de mí, y eso me alegra. Me dice que extraña la paz entre cada una y en compañía; como que todo fluye y cuando hay momentos de tensión, podemos maniobrar con la experticia de todos los años de llevamos de conocernos y vivir juntas. De vernos crecer, caer y volver a internarlo. La confianza y la compinchería que hemos tejido entre las dos.
Ahora que estamos viviendo separadas, añoramos lo mejor de cada una. Como que es algo natural, pero cuando no lo tienes, te hace mucha falta. Veo que escucharla es algo natural para mí. Entenderla, comprenderla. Si tengo que dar un consejo que no está entre mi experiencia, busco alguien más sabio para que me dé las palabras correctas. He ido aprendiendo a no tirarle leña a la angustia o la molestia, pues debo ingeniármelas para cumplir mi propósito que es ayudar, o ser una escucha neutra.
No puedo evitar incomodarme cuando la tratan mal o no la valoran. Ella dice que mis intenciones siempre son inclinadas hacia ser bondadosa, pues intercedo por ella, así como ella lo hace por mí. Me llena de amor saber que sirvo de algo. Que siempre puedo entender y ser un verdadero apoyo cuando ella lo necesita. Muchas veces repaso nuestras conversaciones para reconocer nuestros aciertos y nudos.
Estos kilómetros demás no me impiden tener el corazón allá donde ella está.
Después de tantos tropezones de vida, estoy a la expectativa por iniciar cambios y seguir sanado. Como siempre, es necesario volver al centro para reencontrarm…
De las despedidas amargas por hablar y mi adiós con Lupe. Tener mascotas desde los 8 años te permite no sólo dar buenos consejos de cuidados, sino también te…
Cuando tenemos un familiar que padece alguna enfermedad mental no solo le cambia la vida al paciente. Nos cambia la vida a todos los familiares. La vida es un …
Hace más de 4 años una desconocida me dio ésta nota al verme llorar desconsolada. Aún guardo su mensaje y desde aquel día, la leo cada vez que lo necesito. Hoy le agradezco, porque puedo reconocer mis heridas y valorar los tesoros que me hacen renacer. Gracias vida. Gracias Dios.
La historia es que estuve cerca de tener una enfermedad peligrosa. Y en su inicio tuve miedo, pero con el tiempo empecé a olvidar y esperar a que mi cuerpo sanara solo, tal cual como el médico me había recomendado.
El tiempo pasó, la enfermedad avanzó y empeoró. No pude darme cuenta hasta que ya estuve en una sala de cirugía soportando una biopsia. Después de tantos golpes emocionales, ahora puedo decir que mi vida no es igual desde que despedí a papá.
Llega el momento de chequear mi salud. De entender que además de depresión, ansiedad y nostalgia, mi cuerpo estaba luchando solo. Que me faltaba hierro, descanso y energía... No fue algo que me sorprendiera.
Y no... esta vez no me dio miedo, desesperación o tristeza. En algunas noches pensé que si mi papá podía atravesar ese infierno de enfermedad, yo también debía intentarlo. Y si debía despedirme de mis sueños, de lo que quería ser y construir para mi vida, ya no podría ser y eso estaba bien... Y pesa, hace un nudo en el corazón pero lo aceptaré. Lo aceptaría con valentía.
Me dolía más herir a mi familia con una enfermedad después de todo lo que habíamos atravesado. Sobretodo hacer sufrir a mi madre que ya estaba agotada. Pero si esa era la voluntad de Dios, por mí estaba y esta bien. Me preocupaba más no haber hecho méritos para llegar a donde mi papá estaba y poder reencontrarnos.
Sí. Los pensamientos eran acordes al momento. Mi operación fue satisfactoria y mi recuperación sigue lenta. Ya no corro peligro. Sigo sanando, pero me duelen más las heridas del corazón que las de mi cuerpo.
Abril siempre ha sido un mes de mirarme al espejo. De tener la cabeza grande e hinchada de tanto pensar, mientras sujeto con una mano mi corazón y lo entrego a voluntad.
Hace más de 4 años una desconocida me dio ésta nota al verme llorar desconsolada. Aún guardo su mensaje y desde aquel día, la leo cada vez que lo necesito. Hoy…
Hoy confieso que tener la cordura para leer la carta de cumpleaños y despedida para mi padre el día de su funeral, fue una fuerza extra que le pedí a Dios. 18 …
Papi, feliz cumpleaños. Te espera una gran fiesta por tu llegada al cielo y nosotros acá nos sentimos honrados por tu vida. Hace rato no te hacía una carta. …
Finalizando un año de pandemia que nos deja llenos de sin sabores, con sueños congelados y cargados de experiencias, hoy 19 de noviembre me dio por hacer algo …

